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¿Quién te ha enseñado la oración continua?

14/03/2010 1 comentario

 

“Se trata de Máximo, un joven griego, que oye la llamada a ir al desierto para realizar las palabras de Jesús: “Hay que orar siempre sin desfallecer”. Se va, y el primer día todo marcha bien. Se pasa el día rezando el padrenuestro y el avemaría. Pero se pone el día, oscurece y comienza a ver surgir formas y brillar ojos en la espesura. Entonces le invade el miedo, y su oración se hace más insistente: “Jesús, hijo de David, ten compasión de mí”. Y se duerme.

Al despertarse por la mañana, se pone a rezar como la víspera; pero, como es joven, siente hambre y sed, y ha de alimentarse. Entonces comienza a pedir a Dios que le proporcione alimento; y cada vez que encuentra una baya, dice: «Gracias, Dios mío». Vuelve la tarde con los terrores de la noche, y se pone a rezar la oración de Jesús. Poco a poco se habitúa a los peligros exteriores: el hambre, el frío y el sol; pero, como es joven, siente tentaciones de todas clases en su corazón, en su alma y en su espíritu. Habituado ya a la lucha, repite la oración de Jesús. Se suceden los días, los meses y los años, y también el mismo ritmo de tentaciones, de oración, de pruebas, de caídas y de levantarse. Un buen día, al cabo de catorce años, van a verle sus amigos, y comprueban con estupefacción que está siempre orando. Le preguntan: «¿Quién te ha enseñado la oración continua?». Y Máximo les responde: «Sencillamente, los demonios»[1].

 


[1] Del libro “Día y Noche”, Jean Lafrance

El peregrino ruso

09/10/2009 Deja un comentario

Libro que me ha sido de ayuda en esta vida,  me ha marcado y el cual he leído como once o doce veces, es EL PEREGRINO RUSO.  ¡Fascinante! 

Obra de espiritualidad oriental ortodoxa y escritor anónimo. Ambientado en Rusia, refleja a la sociedad del país de la época y trata de la experiencia personal de un típico peregrino de su tiempo. Éste, recorriendo caminos, lo que hace es  buscar quien lo enseñe a orar sin cesar. De fácil lectura, con el ritmo adecuado, cautiva casi sin que uno se percate. Sencillo, profundo. Desde la primera página hasta la última es todo un derroche de belleza y armonía.  De notable espiritualidad, toca el alma una vez tras otra con delicadeza y sensibilidad. Es tal su riqueza que no basta con leerlo una vez. No se enteran ni el corazón ni la mente ni el espíritu con una única lectura. Hacen falta años y releerlo, tantas veces como sea necesario, para poderle extraer todo su jugo. Aún así, resulta inagotable. Siempre aporta algo nuevo, algo que pasó inadvertido, algo que ya se olvidó, algo que viene al momento preciso. ¡Todo un lujo en estos tiempos de superficialidad!

 

Puedes leerlo en el siguiente enlace:  http://www.abandono.com/Oracion_contemplativa/Peregrino/Peregrino000.htm